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sábado, 3 de marzo de 2018

ISAÍAS MEDINA ANGARITA (La mayor gloria política del siglo XX venezolano)

                                       
                        

Hijo de héroe, ama la gloria. Su padre el General Rosendo Medina, murió heroicamente en 1901, combatiendo una invasión de 6 mil colombianos al mando del transnacionalizado General Carlos Rangel Garbiras. "Murió como bueno, como patriota y como liberal”, dijo en su pésame el siempre invicto General Cipriano Castro.

El año de 1941 fue el más memorable para Venezuela en este siglo: ascendió al poder Isaías Medina  Angarita; triunfó nuestro  equipo en la Serie Mundial de Béisbol, se fundaron "El Morrocoy Azul" y "Ultimas Noticias", fueron legalizados el Partido Acción Democrática y una filial del Partido Comunista, murió el padre del humorismo venezolano Leoncio Martínez (Leo) y se firmó el Tratado de Límites con Colombia, que tantas zozobras nos ha infligido en este siglo XX.
Cuando  saltó Medina de general del ejército gomecista a Presidente de la República, la incertidumbre llenó de sombras todos los corazones. Por eso el júbilo desbordó las sonrisas cuando nos dimos cuenta de que quien estaba en Miraflores era un Pericles, un Lincoln, un Benito Juárez.  Su programa político parecía redactado por el doctor Panglós: Venezuela y su progreso son nuestras primeras necesidades. Al  pueblo ni con el pétalo de una rosa. Los dineros públicos son el  sancto santorum  de la nación. La libertad de prensa y opinión es la primera cláusula en el testamento de nuestro Libertador. La cordialidad será la vara mágica que incorpore multitudes a mi gobierno.
Los músicos populares evocaban a Medina arrancando a sus cuatros una canción religiosa muy antigua: El trisagio que Isaías/ compuso con gran desvelo/ lo cantan hoy en el cielo/ ángeles y serafines. (Diríamos nosotros: El Gobierno que Isaías/ condujo con gran desvelo/ lo tiraron por el suelo/Betancourt y sus afines).
Medina  Angarita con su figura física alta, fuerte y agradable, resumía en sí la seriedad de Juan Vicente Gómez, la versatilidad política de López Contreras, el espíritu realizador de Pérez Jiménez y el nacionalismo de Cipriano Castro, para no nombrar sino a presidentes tachirenses. 
Y entre paréntesis: Táchira ha sido en este siglo el ductor de Venezuela. Se vino para Caracas a fines del siglo pasado y aquí la tenemos tras habernos dado muchas cosas buenas y otras malas. En esta angustia política de un Caldera que marchitó todas las esperanzas, entregándose vergonzosamente al capitalismo salvaje del extranjero,  los más avisados miran hacia el Táchira interrogando por una solución.
Parece mentira como responde tan consecuentemente la tierra de Morantes,  Rubén González, Samuel Darío Maldonado, Román Cárdenas, José Antonio  Cárdenas  (Toto), Rangel Lamus, Tulio Chiossone,  para no citar sino algunos de sus prohombres. Hoy cuando Caldera y su Gobierno silencian las glorias centenarias de uno de los más grandes venezolanos, el Táchira es el único estado que se engalanó de patriotismo para celebrar la gloria centenaria de su gran hijo.
Hoy, todos ansiamos un nuevo liderazgo. Queremos volver a votar después de 50 años de abstinencia. Queremos que el volcán Popocatépetl venezolano estalle y arroje sobre este suelo casi marciano, la bendición de un Cuauthémoc  Cárdenas  venezolano. Por lo de Cárdenas y por la esterilidad del resto de la nación en materia de líderes, el salvador podrá ser una vez más de prosapia tachirense.
Medina derrumbó El Silencio e hizo la Avenida Bolívar, creó el Seguro Social, el Impuesto sobre la Renta, promulgó una extraordinaria Reforma Agraria, empezó la construcción de la Ciudad Universitaria, comenzó con Rafael Vegas la transformación de la educación, instauró la lucha partidista leal creando un partido político transparente.
Había la leyenda de que Medina era una hechura política de Arturo Uslar Pietri, pero los hechos posteriores han demostrado todo lo contrario: que Uslar fue un discípulo de Medina; no teniendo esto nada deshonroso para Uslar porque su mérito era de mucha calidad y tampoco una sola persona puede  ser el mejor escritor y a la vez el mejor político del país. Quien asa dos virtudes al mismo tiempo, alguna se le quema.
En dos últimas ocasiones fue Medina grande "hasta para magnificar la parte impura" que cabe en un ser humano: Cuando impulsó la nueva Ley de Petróleos y se  enfrentó como hijo de su padre Rosendo a las pretensiones del invasor extranjero. En un mitin de obreros petroleros en Lagunillas alguien tomó el micrófono y le dijo: “Presidente, sería bueno que ud. consultara este asunto de la Reforma con el Presidente Roosevelt”.  –Yo no tengo nada que consultar afuera. Venezuela es un país soberano e independiente –respondió, airado.
Qué diferencia con el Gobierno  betancourista  del cual dijo en la Revista Selecciones, julio de 1949, el gerente de la Standard Oil: "Nunca un Gobierno y una Compañía petrolera han actuado más de acuerdo que la Creole y Acci6n Democrática en Venezuela".
Cuando míster Lynam, Gerente de la Creole en tiempos de la Reforma, visitó Miraflores y porque no lo recibían más ligero que inmediatamente, se expresó mal del Presidente; no había llegado a su casa cuando recibió la orden de desocupar el país (esto solo lo hizo Bolívar con el embajador yanqui cuando era Presidente de la Gran Colombia).
Cuando lo derribaron fue "grande, inmenso, sin cabida en el mundo" nuestro gran Isaías Medina Angarita. “No, no, no. A esos muchachos no los voy a matar porque fueron mis alumnos”.
Nosotros lo vimos el día del golpe por la tarde, y estaba serio, sereno y sin miedo.
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                                            PERISCOPIO
                                   Dos  enormes  pérdidas

En Barquisimeto, después de larga hospitalización, murió nuestro muy querido primo Francisco Martínez Delgado, hijo de Petrica Delgado, viuda de Euclides Martínez. La muerte de Francisco, casi joven, ha sido un golpe terrible para su madre, esposa y demás familiares. ¡Lloramos con todos ellos tan infausto deceso!
En Caracas murió Miguel Delgado, hombre de mucha cultura y grandes preocupaciones políticas e intelectuales. Jubilado, dedicaba su vida a vigilar desde las páginas del periódico, los intereses de su patria. Con su viuda Betzaida Silvio, sus hijos  y doña Aída de Silvio, todo nuestro dolor.

Diario El Nacional, Escribe que algo queda, 13/07/1997



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