(Desde “El Morrocoy Azul” hasta “El Sádico Ilustrado”)
El periódico humorístico de más impacto en
Venezuela fue El Morrocoy Azul. Breve,
conciso, chispeante y sin apasionamiento político. Era la risa amable de una
Caracas verdaderamente zanahoria.
–Lo primero que leo los sábados es El Morrocoy Azul–, declaró aquel “tirano” que se llamaba Isaías Medina Angarita, entonces presidente de la República.
–Lo primero que leo los sábados es El Morrocoy Azul–, declaró aquel “tirano” que se llamaba Isaías Medina Angarita, entonces presidente de la República.
Todos nos conocíamos y los chistes valían por
las personalidades a quienes se adjudicaban.
(Una vez llegó una linda muchacha
acompañada de su mamá, una señora ya mayor, al consultorio del doctor Bonadiez,
quien sobrecogido de admiración le
ordenó: –¡Desnudese! –No, doctor, la que se va a examinar es mi mamá.
–Entonces, señora, me hace el favor de sentarse y sacar la lengua).
(Paco Vera –decía El Morrocoy– pesca
todas las semanas con caña, pero no saca pescados sino “ratones”).
Los empresarios de El Morrocoy Azul
fuimos Carlos Irazábal, Miguel Otero Silva y el que esto escribe. El primer
número de 4.000 ejemplares salió en marzo de 1941. López Contreras dando sus
últimas pancadas anticomunistas y su ministro Luis Gerónimo Pietri trataron de
descoyuntar al nuevo Semanario confinando a Miguel Otero en el lar nativo de
sus Lecherías, allá en Anzoátegui. El periódico, sin embargo, siguió viento en
popa y tuvo que cambiar varias veces de imprenta porque al mes tiraba (en la
rotativa de La Esfera) la cantidad monstruosa para esa época, de 40.000
ejemplares.
Caído Pérez Jiménez surgió Dominguito
bajo la dirección del recordado Gabriel Bracho Montiel. Criticó y ridiculizó
mucho a Betancourt pero éste no le retiró los avisos, hasta que al final
resolvió cerrarlo por decreto.
También en el gobierno betancurista y
en plena lucha guerrillera, surgió La Pava Macha, ingeniosa, agresiva, llena de
manchetas hirientes y de las más ridiculizantes composiciones fotográficas. El
periódico lo fundamos Luis Miquilena, José Vicente Rangel y este servidor. Allí
se consolidó la generación que venía de Dominguito, además de Yépez y Pardo,
dos máximos caricaturistas. También brilló, con el esplendor de siempre, el
talento poético-humorístico del gran Aquiles Nazoa.
Celebrábamos las reuniones semanales en
algún no muy caro restaurant capitalino. En una de esas tenidas se prendió una
violenta discusión, por motivos políticos, entre Aquiles Nazoa y Manuel
Caballero. Un señor, extraño al grupo pero quien se fue acercando para oír
mejor, le comentó a Miquilena:
–Fíjese usted qué tipos tan decentes.
Aunque están bravos siempre uno le dice al otro: –Mira, Caballero!
La Pava Macha inició la era plena de
las manchetas. Fue el periódico humorístico que más ha circulado; hasta 80.000
ejemplares solo en Caracas. (Ni los fundadores ni los colaboradores ganábamos
mucho porque los llamados “administradores” se alzaban presuntamente con los
reales. El semanario fue suspendido, y cuando trató de reiniciarse no alcanzó
mayor circulación. Entonces, los mismos que hacíamos La Pava sacamos El Infarto
(“Un periódico que circula ampliamente por las arterias metropolitanas”. El
lema recuerda por su ingenio el que le pusieron Aquiles, Aníbal y Juvenal Herrera
a un semanario de los tres que editaron en tiempo de Betancourt: El Fósforo.
(Se llama así porque en cualquier momento lo raspan). Y efectivamente.
El Infarto fue financiado en sus
10.000 Bs. de costo por un abogado amante del humorismo que se llama Rafael
Gamus, hermano de Paulina. Al poco tiempo Gamus resolvió retirarse, vendiendo
sus acciones a Augusto Hernández. Gamus dijo que se retiraba porque “los
mayoristas”, distribuidores de periódicos, se daban mucho tono y lo hacían
esperar, parado frente a sus kioscos, para pagarle los ejemplares vendidos:
–Después de todo –decía Gamus– yo soy un
abogado de la República.
En El Infarto brilló plenamente el
humorismo de nuestro admirado y querido poeta Carlos Gottberg. Sus páginas
están saturadas de su nunca desmentido ingenio. Por cierto que él (quien sufre
serias dolencias), el poeta Pedro Francisco Lizardo y hasta Vicente Gerbasi son
tres aedas casi abandonados por sus “prosaicos” amigos adecos.
El mismo equipo de La Pava y El Infarto
nos lanzamos a La Sápara Panda, financiando esta vez la empresa el Partido
Nacionalista de Ramos Jiménez por intermedio de Luis Miquilena y José Manzo
González. Al mes se retiraron éstos y quedamos solos los del equipo: Anibal
Nazoa, Pedro León Zapata, Luis Domínquez Salazar, Claudio Cedeño, Régulo Pérez,
Rubenángel Hurtado (gran humorista, poeta y amigo muerto), William Castillo,
caricaturista, versificador y arquitecto tan bien en mala hora fallecido;
Homero Chartes, Otrova Gomás, Luis Britto, Claudio Cedeño, Marianela Salazar,
Gladys Jaimes, Rubén Monasterios, Paco Vera, Abilio Padrón y quien esto relata,
Kotepa Delgado.
Nos reuníamos en una arepera (las
entradas no daban para más) y allí leíamos las colaboraciones y hacíamos las
manchetas por medio de una discusión colectiva:
(Mancheta: “Se ha descubierto que Pedro
Grases es descendiente de Andrés Bello por la rama de los Bolívares).
(Mancheta: “Betancourt quiere salir de
Venezuela, y viceversa”).
A Zapata lo llamábamos “el rey de las
manchetas”. Terminada la Sápara, Zapata fundó El Imbécil en sociedad con los
Meridiano. Luego con otros socios, Coromotico y al fin en comandita con
Lisbona, la Revista semanal llamada “El Sádico Ilustrado”; publicación no ya
política como todas las anteriores sino más bien de humorismo literario.
Sobresalieron Salvador Garmendia, Cabrujas y algunos otros. Se acabó el papel;
será alguna otra vez que hablemos de El Sádico.
Diario El Nacional,
Escribe que algo queda.
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