¡Compañeros y compañeras de mi barrio!
¡Farra querida de aquellas horas!
Me toca ahora emprender un discurso de orden y no sé cómo expresar toda la inmensa
alegría de mi pobre corazón.
Acabamos
de ver juntos la hermosa película del
Canal 8 sobre la vida y los tangos de Gardel.
¡50
años no es nada! Sí. Nada. Para los que
ganan 50.000 mil bolívares mensuales, y
poseen 5 automóviles y pueden montar un piso maple, con piano, estera y velador.
¡Yo
fui adeca, compañeros! Una buscó llena de esperanza el camino que a sus sueños prometieron los adecos; pero hoy comprendo que ese partido ya no yira.
Primero
un juramento, después una traición. Se
plegaron a la oligarquía y el imperialismo
y dejaron a este pobre pueblo fané y descangallado.
Casi
todos los que llegan al gobierno no
piensan sino en la dulce metedura de la caja de caudales. Cuando Herrera Campins hubo un grupo muy grande que se hizo ruin y
payador. Mientras mandan, lo mismo roba el gato maula que su mísero ratón.
Y lo peor
es que no les hacemos nada. Se pasean por Caracas y por Miami con un aire de
bacán que da bronca a los purretes.
El
pueblo de Venezuela no está empobrecido como le pasó al de mi Buenos Aires querido por culpa de
los malevos que lo gobernaron.
Ladrillo
está en
la cárcel. Pero apenas Ladrillo Neri y Eleazar Ladrillo Pinto. Las
dulces serenatas ya no se oyen más en sus quintas de La Lagunita.
El
Morocho del Abasto es testigo de que ya no puede una comprar
en una bodega y mucho menos en
un automercado.
Se
necesita que surja en Venezuela un Gardel
que le cante claro las
verdades a los causantes
de nuestra miseria. Por una
cabeza, por falta
de una cabeza, es que estamos
como estamos, viviendo
en Gramovén, barrio pobre,
con apenas un farol en cada
esquina tristemente iluminada.
Y el gobierno no piensa sino en pagar la deuda. Mi respetado
ex compañero Lusinchi anunció
que iría a Estados Unidos a
firmar el pago definitivo. Después de
rubricar le dirá a los banqueros:
— Y si alguna se me ha olvidado
en la cuenta del otario
me la tenés que cargá.
Hoy el Pueblo
le dice a la Democracia:
—El día que me quieras mi casa se engalana y desde el azul del cielo las estrellas celosas nos mirarán pasar.
Gardelianos de todos los países ¡a la lucha!
He
dicho, compañeros.
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