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domingo, 7 de enero de 2018

¡GARDELIANOS DE TODOS LOS PAÍSES, UNÍOS!


                         
   ¡Compañeros y compañeras  de mi barrio!
    ¡Farra  querida  de aquellas horas!
 Me toca ahora emprender un discurso  de orden y no sé cómo expresar toda la inmensa alegría  de mi pobre corazón.
Acabamos de ver juntos la hermosa  película del Canal 8 sobre la vida y los tangos de Gardel.
¡50 años no es nada!  Sí. Nada. Para los que ganan 50.000 mil bolívares mensuales,  y poseen  5 automóviles y  pueden  montar  un piso maple, con piano, estera y velador.
¡Yo fui adeca, compañeros!  Una buscó  llena de esperanza  el camino que a sus sueños prometieron  los adecos; pero hoy  comprendo  que ese partido ya no yira.
Primero  un juramento, después una traición. Se plegaron a la oligarquía y el imperialismo y dejaron a este pobre pueblo  fané y descangallado.
Casi  todos los que llegan al gobierno no piensan sino en la dulce metedura de la caja de caudales. Cuando Herrera  Campins  hubo un grupo muy grande que se hizo ruin y payador. Mientras mandan, lo mismo roba el gato maula que su mísero ratón.
Y  lo  peor es que no les hacemos nada. Se pasean por Caracas y por Miami con un aire de bacán que da bronca  a los  purretes.
El pueblo de Venezuela no está empobrecido como le pasó  al de mi Buenos Aires querido por culpa de los malevos que lo gobernaron.
Ladrillo está  en  la cárcel. Pero apenas Ladrillo Neri y Eleazar Ladrillo Pinto. Las dulces serenatas ya no se oyen más en sus quintas de La Lagunita.
El Morocho  del  Abasto  es testigo  de que ya no puede una  comprar  en una bodega  y mucho  menos  en  un automercado.
Se necesita  que surja  en Venezuela  un Gardel  que  le cante  claro las  verdades  a  los causantes  de nuestra  miseria. Por una cabeza,  por  falta  de  una cabeza, es  que estamos  como  estamos,  viviendo  en  Gramovén, barrio pobre, con  apenas un  farol  en  cada esquina  tristemente iluminada.
Y el gobierno no piensa sino en pagar la deuda. Mi respetado ex compañero  Lusinchi  anunció  que iría a Estados Unidos  a firmar  el  pago definitivo. Después  de  rubricar le dirá a los banqueros:
 — Y si alguna se me ha olvidado
     en  la cuenta del otario
     me  la tenés  que  cargá. 

 Hoy  el  Pueblo le dice  a la Democracia:
            —El día que me quieras mi casa se engalana y desde el azul del cielo las estrellas celosas nos mirarán pasar.
           
            Gardelianos  de todos los países  ¡a la lucha!
            He  dicho, compañeros.


  

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