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miércoles, 10 de enero de 2018

PERIODISMO DEL BUENO/ PERIODISMO DEL MALO



        Podría decirse que el filósofo Platón, en el siglo V antes de Cristo, fue el mejor periodista de la antigüedad. Entre sus obras de inmortal periodismo están los Diálogos (o entrevistas) con Sócrates y el reportaje magistral en que narra la muerte infamante pero ejemplar y gloriosa del gran filósofo.
        En aquellos propios tiempos otro discípulo del eminente Sócrates llamado Jenofonte, dio a luz la obra maestra de información que se conoce con el nombre de “La retirada de los 10.000”, narrando la proeza militar dirigida por él mismo. Julio César repitió la hazaña literaria del general griego escribiendo los “Comentarios” de sus personales guerras. Años después Plinio el joven ejerció el periodismo epistolar, dejándonos verdaderas joyas reporteriles como su carta al gran historiador Tácito describiéndole, como el mejor de los modernos corresponsales de guerra, la muerte de su tío Plinio el viejo, comandante de la flota romana, debida a una imprudencia durante la pavorosa erupción del Vesubio.
        Entre los romanos no había periódicos ni reporteros, pero sí mucha curiosidad por la información. Un instituto, el de “Los anales del Imperio Romano”, se encargaba de solicitar y archivar informaciones. Cuentan que una vez apareció un pollo de dos cabezas en un extremo del Imperio y hasta él viajaron funcionarios expresamente comisionados para registrar y describir el hecho. Parecido escándalo se formó cuando un señor cumplió cien años y declaró: “Mi sistema es muy sencillo: miel por dentro y aceite por fuera”.

    Junio es en Venezuela el mes de los periodistas. La fecha recuerda a ese esforzado comunicador llamado Simón Bolívar, quien opinaba, como Miranda, que una imprenta es la mejor artillería de guerra. En el siglo pasado nuestro periodismo fue ejemplarizante y hubo hombres talentosos como Antonio Leocadio Guzmán y Juan Vicente González, liberal uno, reaccionario el otro, que combatían a sus enemigos hasta la última gota de tinta.
        La importancia del periodismo deriva de cuán necesaria es para el hombre la libertad de prensa. Pero la libertad de prensa y radio y televisión en las democracias capitalistas, está condicionada por posesión de las empresas editoriales y de las emisoras. Un renombrado humorista venezolano decía en una charla que la sociedad comunista solo podría ser un hecho cuando cada familia tuviese un automercado en el corral de su casa; y con la misma lógica de humor podríamos decir que la libertad de prensa solo existirá cuando cada edificio tenga una imprenta en su sótano.
        Pero resulta que aún así no se ha hecho nada porque el papel para periódicos se ha convertido en un monstruoso monopolio de las transnacionales, del tal forma que una tonelada que hace 30 años valía 120 Bs ahora camina hacia los 2.000 dólares. Pero suponiendo que se disponga de papel, queda ahora por enfrentar el monopolio de la distribución que se lleva el 50% del P.V.P. Superados los tres insuperables problemas anteriores queda el pago de los reporteros.
        Sería recomendable que el Colegio de Periodistas en cuyo seno se agrupan hombres de indiscutible honestidad, discutiera estos aspectos de la languideciente libertad de prensa y tratara de conseguirles una salida. En China hasta hace poco había unos periódicos murales llamados “Dazibaos” que hacían como órganos populares de la libertad de expresión. Quizás los periodistas venezolanos y los demás comunicadores, cuya fuerza política es innegable, podrían imponerle a las empresas respectivas, secciones fijas y verdaderas para realizar la libertad del pensamiento.
          Algunos preguntan que por qué en los países socialistas no hay plena libertad de prensa, sin entrar en Honduras, citaremos el caso de Nicaragua en donde “La Prensa”, perteneciente a un sector de la familia Chamorro, causa tantos dolores de cabeza no solo al gobierno sandinista, sino al otro sector liberal, de la periodística e histórica familia Chamorro.
         Hay periodismo del bueno y periodismo del malo. Sería refiriéndose a este último que alguien definió la profesión así: “Periodista es aquel que sabe hablar con toda propiedad de las cosas que más ignora”.
        Mientras escribo acerca de este tema estoy respirando por la herida. Una traviesa estudiante de periodismo se presentó a la casa donde vivo con un grabador y mucha simpatía a realizarme una entrevista para un “Órgano Experimental de la Escuela de Comunicación Social de la UCV”¨.
          El que ha sido periodista cuando ve llegar a una colega, suspira y yo hablé largo y tendido con la compañerita universitaria. Total que con el  sistema de decir solo parte de lo que le dije, puso en mis labios cosas increíbles.
          Por ejemplo:
          “Lo que pasó fue que Betancourt con una cuerda de pícaros se aprovecharon de eso y se vendieron al imperialismo”.
          (Jamás de los jamases puedo yo llegar a decir escuetamente que los que acompañaban a Betancourt eran una cuerda de pícaros. Ese no es mi estilo y allí había hombres como Raúl Leoni y Luis Beltrán Prieto que eran mis amigos. Tampoco podía decir que AD era “un típico miserable partido”).
           “En el grupo de nosotros estaba gente como Faria –dice la señorita reportera que yo le dije–, que todavía no sabía leer ni escribir y que andaba con los pies descalzos”.
           (Eso de que me atribuya la frase “gente como Faría” me huele muy anticomunista. Ni que yo fuera Mimi Benedetti de Boulton la que se queja de que los negros nos han invadido, para hablar discriminatoriamente de Jesús Faría. Además Jesús Faría es tan blanco o quizás más que la retardataria señora de Boulton. Lo que le dije a esta muchacha no fue que Faría había venido descalzo desde el Zulia, sino que durante la Primera Conferencia del Partido Faría tuvo que pasar tres días descalzo porque los zapatos que trajo le apretaban mucho. Esta chama periodista debe ser de ACUDE para saber en qué época Faría era analfabeto.
            Pero en el último zanjón en que me mete la Oriana Fallaci criolla es cuando afirma que yo dije horrores de “El Sádico Ilustrado”. No solo para Salvador Garmendia tuve palabras elogiosas sino para Cabrujas, el Bachiller González, Hernández Montoya, Elisa Lerner y otros, entre ellos los gráficos. Me duele esto con los humoristas porque “el que le pega a su familia se arruina” y ellos son como parte de mi parentela.
           Le digo a María Isabel, para terminar, sin rabia, que la primera condición para que una entrevista sea buena es que el entrevistado quede sumamente satisfecho. Oriana Fallaci, la insolente, consigue a quien entrevistar porque nunca adultera lo que le dicen.
          Termino esta nota sobre libertad de expresión recordando que a Luis Correa lo llevan ¡esposado¡ a los tribunales.

Diario El Nacional, Escribe que algo queda.

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