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domingo, 14 de enero de 2018

LEY CONTRA LA CORRUPCIÓN DE PRUEBAS


       
       Odio la abogacía –dijo Rafael María Baralt– porque la noble ciencia del Derecho es degradada por la práctica de los tribunales.
        Una cosa es presenciar una discusión de altura en ateneo de juristas y otra permanecer una mañana en una taguara judicial viendo pesar kilos de complacencias y favores en la falsa balanza de la ciega justicia.  Por supuesto, y esto no lo decimos para curarnos en salud, que existen hombres muy honestos que se han desempeñado y se siguen desempeñando como jueces.
     Recordemos sólo el caso de Guillermo López Gallegos, un eminente compatriota, brillante jurista que despreciando por honestidad posiciones, se fue humildemente a desempeñar la función de juez de familia ¿Qué abogado, por pícaro que hubiere sido, se habría sentido con valor suficiente para proponer a Guillermo López Gallegos alguna clase de chanchullo? Pero los Guillermo López parecen la excepción.
        “He venido a ponerme a derecho”, dicen los estafadores del caudal público cuando regresan de su fuga a Miami.  Ya todo el mundo sabe que “ponerse a derecho” significa en el argot de los leguleyos, conseguir un juez que lo ponga seguidamente en libertad.  Esperamos que a los que resulten culpables en lo del B.T.V., no se les vaya a permitir “ponerse a derecho” y que con este caso comiencen los tribunales una labor de superación.
     La corrupción de las pruebas no es propiamente una figura jurídica y en todo caso sería para ser discutida con Sandra Mondolfi en su antigua rueda de “¿Quién tiene la razón?”. Allí dijeron un día que “la confesión es la reina de las pruebas”.  (Lo decía Esperanza Martinó con sus aires de reina a toda prueba).
        La corrupción que nosotros queremos tratar aquí es la de las pruebas de imprenta, para proponer a los jefes de redacción de todos los periódicos que se reúnan en asamblea constituyente y sancionen un “proyecto de ley sobre errores en las pruebas impresas y sus afines”.  Especialmente en la Gaceta Oficial que a cada momento tienen que imprimirla por errores de copia.
       Uno oye la noticia en la radio o la televisión y no le pone gran cuidado a las cifras porque sabe que al día siguiente las encontrará exactas en su diario favorito; pero he aquí, por ejemplo, que la T.V dice que el producto territorial bruto de Venezuela (el PTB) no llega a los 100.000 millones, y al día siguiente encuentra que el periódico consigna que no llega a los 100 millones; fue que el señor o la señorita que copia se comió tres ceros.
       Un venezolano preocupado por la buena marcha de las cosas, el señor Miguel A. Coronado, nos envió por correo recortes de varios periódicos con los flagrantes errores cometidos; y así como el señor Coronado hay muchísimas personas alarmadas por esta nueva modalidad periodística.  Menos mal que todavía los avisos salen correctos porque si no quiebran las empresas.  En el “Programa Rueda Libre” leía Zapata en días pasados una información acerca de un señor que corría diariamente, antes de desayunarse, 4 a 5.000 kilómetros.  Seguramente eran 4 ó 5 kilómetros y le pusieron el mil.
       A veces son noticias políticas tan bien deformadas que uno piensa que haya mano intencional en la maniobra.  No decimos para Venezuela, pero es absolutamente cierto, denunciado por la UNESCO, que las grandes agencias informativas transnacionales tienen en sus metrópolis oficinas especializadas para transformar las noticias del Tercer Mundo y la de los países socialistas.  Verbigracia: cuando habla Andropov en Moscú la introducción subliminal de las agencias es así: “El cielo estaba gris, lleno de nubarrones y el frío era glacial”.  Cuando el que habla es Reagan la noticia empieza: “En un día esplendoroso, de sol muy claro y con una temperatura sumamente benigna”.  Y en los retratos no se diga: los retocadores dejan a Reagan mejor que cuando era actor de cine, y a Andropov le ponen unas rayas de casi mendigo.
          Esto de las interpolaciones tiene una historia larga en los anales de la prensa; recuerden nomás aquel gracioso artículo del gran escritor Eça de Queiroz pintando la jugada interpolativa de que fue objeto nada menos que el “Times” de Londres.  EL primer ministro conservador pronunció el discurso anual de clausura del Parlamento y terminó deseando merecidas vacaciones a sus miembros. –Yo por mi parte (agregó una mano traviesa que había dicho el Ministro), me buscaré algunas damas de vida alegre y me iré en agradable temporada para la playa–.  Todo el puritanismo del Imperio Británico experimentó una crisis de indignación y no cayó el gobierno porque fueron muy rápidos en hacer las aclaraciones pertinentes.
        Cuando Víctor Hugo fue recibido en la Academia Francesa, el Presidente de la institución le dijo en su discurso: “Vous avez introduit l’art scenic dans la literature française”.  Es decir, usted ha introducido el arte escénico en la literatura francesa,  pero al día siguiente salió en el periódico que el Presidente había dicho a Hugo: “Vous avez introduit l’arsenic dans la literature française”, o sea, Usted ha introducido el arsénico en la literatura francesa.
        En tiempo de Gómez hubo un señor que desde su cama del Hospital Vargas hizo un acróstico en verso y lo publicó en “El Universal” de cuando Andrés Mata.  El acróstico decía: MUERA GOMEZ.  Lo fueron a buscar al Instituto asistencial para meterlo preso con la buena suerte de que el valiente poeta había muerto la noche anterior.   A un linotipista lo mandaron en esa misma época para La Rotunda porque transformó el Poder Ejecutivo en una mala palabra con solo cambiar la P la por J.
         Cuentan que en Barquisimeto hubo en tiempos del Benemérito una gran representación teatral, y que entre las participantes había una señorita de sociedad que fue bien ensayada para decirle al galán, cuando entrara por una de las puertas: “¡Amor, ciégalo grande!” La joven se atortojó toda y expresó como horrorizada: “¡Ah murciélago grande!
         Esperábamos que por lo menos lo escrito se libre de la enorme corrupción que está acabando con nuestra alma nacional.
      
Diario El Nacional, Escribe que algo queda, 18/2/1983                 
     

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