Buscar este blog

martes, 13 de febrero de 2018

ACTO INCULTURAL


                                     
             

         Amicus Cabrujas, sed magis amicus veritas
                                                       
(Aristóteles,  el  célebre  filósofo   griego,  replicó  a su   amado y respetado maestro: “Soy amigo de Platón,  pero más amigo de la verdad”). 
       
       A todos   los  admiradores  de José Ignacio Cabrujas nos ha dolido en el alma sus recientes declaraciones sobre Simón Bolívar, porque Cabrujas es un hombre extraordinario que se ha ganado la admiración de los venezolanos a golpe de talento y sentido popular. Es como si Stanislavsky, el artista del pueblo soviético, hubiera arremetido repentinamente contra Lenin. En los tiempos antiguos ni siquiera Aristófanes, el tremendísimo comediógrafo, usó tales excesos contra Sócrates, el padre espiritual de Atenas.
        Escribimos textualmente la transcripción que con toda angustia y altruismo trajo a los diarios desde la revista oficial Imagen, el muy apreciado escritor Raúl Oviedo Rojas para más señas militar retirado:
        Dijo Cabrujas:
        “Hay personas que tienen la felicidad, como Bolívar, de no darse cuenta que nosotros éramos un país subdesarrollado (...) nunca se dio cuenta dónde estaba parado (...) Bolívar era lo suficientemente loco y disparatado como para olvidar que vivía en un territorio con limitaciones históricas determinadas. El creía que esto formaba parte de la historia, cómo él trabajaba para la gloria y la gloria para él era Europa, Bolívar quería tener la admiración de los franceses, por lo tanto escogió este decorado para impresionar a los europeos. El fue un pésimo político porque era un hombre de acción, mientras la acción duró, el tipo (sic) andaba muy bien”.
      Un erudito expresó que lo único admirable que había en el mundo después de las fuerzas naturales, eran el genio y la cultura griega. En América lo más  admirable, después de las fuerzas naturales, es el genio y la cultura de Simón Bolívar. (“Héroe, legislador, genio y vidente”. Todo el Libertador de un Continente para decirlo en verso con el general Rafael María Carabaño). Además de todo lo que era, se reveló Bolívar como un extraordinario escritor que transformó el farragoso idioma literario de la Colonia, en límpido lenguaje republicano (Dicen que dictaba sus cartas, casi todas hermosas, a tres secretarios simultáneamente.
      Entre Washington, San Martín y Bolívar, los tres denodados Libertadores del continente, hay un abismo de cultura a favor de Bolívar.
       Estamos viviendo en América y en el mundo una era terrible de dominio imperialista. Igual a la del imperio romano pero por medios más sutiles. Entre esas sutilezas está la de destruir la identidad cultural de los pueblos, acabar con las costumbre nativas, estandarizar la alimentación, derrumbar los edificios que puedan recordar el alma patria, sustituir el catolicismo tradicional con el evangelio invasor.
       Creemos al  amigo Cabrujas incapaz de sumarse al coro transnacional de nuestro sojuzgamiento, pero nos permitimos recordarle  que precisamente la valla que nos ampara del invasor es la del ejemplo y lucha de nuestro Simón Bolívar  (En los países socialistas, ni gobierno ni pueblo permitirían que se expresaran de Bolívar en la forma tan poco feliz como lo ha hecho Cabrujas). Cuando en Venezuela haya un gobierno popular, Bolívar y Zamora presidirán en efigie todos sus actos.
       Yo invito cordialmente a Cabrujas para que realicemos un viaje a caballo hasta el Perú. Pasemos los páramos de los Andes, a tres mil metros de altura y caigamos sobre Boyacá. Sigamos con rumbo al sur hasta la frontera con Ecuador; atravesemos este país y cuando después de dos meses de viaje y los glúteos destrozados lleguemos por fin a Lima, estoy seguro que Cabrujas exclamará: “¡Qué grande hombre era ese Simón Bolívar!  Esto (seguirá diciendo Cabrujas) que nosotros hemos hecho con todas las comodidades modernas él lo hizo varias veces y asediado por los enemigos”. Y más le reconocerá cuando de Lima sigamos para Bolivia con el propósito de redactarle, en dos meses, una nueva Constitución. Al regreso nos detendremos en Quito para forjar un juicio literario superior al que redactó Bolívar sobre el célebre poema del inmortal Olmedo a la victoria de Junín.
        Cuando regresemos a Caracas dejaremos los caballos amarrados en la Estación de Caño Amarillo, porque Cabrujas habrá resuelto hacer como José Martí cuando vino a Caracas: dejar las maletas en la estación y no llegar a posada alguna antes de ir a la Plaza Bolívar y decirle a Bolívar:
         “Tú eres más grande que César porque fuiste el César de la Libertad”.

Diario El Nacional, Escribe que algo queda,  5/10/1986



No hay comentarios: