A finales del siglo pasado comenzó
Henry Ford la fabricación masiva de automóviles. Ya existían algunas marcas,
pero su proceso era semiartesanal, en talleres mecánicos situados en la ciudad
de Detroit, Ford concibió un carro barato, a gasolina, liviano para los bolsillos
y para las malas carreteras de entonces.
Una velocidad de 30 kilómetros por hora era, en esa época, inusitada, si
se compara con diez o quince de los coches a caballo; y esto representaba un
inconveniente pues algunas leyes la prohibían y muchos ciudadanos asustadizos
protestaban.
Fue a comienzos de este siglo cuando el automóvil hizo su debuto en
Venezuela. Generalmente se cree que el primer automóvil vino a nuestro país
traído desde Estados Unidos por el señor Edgar Anzola, meritorio ciudadano,
promotor de muchas empresas progresista.
Edgar Anzola, manejando su automóvil, logró vencer la falta de
carreteras y llegar a Barquisimeto y otras ciudades del interior para
proporcionar a los habitantes un espectáculo nunca visto.
La hazaña es memorable si se toma
en cuenta que ni siquiera el camino de Caracas a Maracay, residencia de Gómez,
era perfectamente traficable. Había que pasar muchas quebradas y se formaban
pantanos en donde las ruedas del automóvil se atascaban. Afortunadamente Mister
Ford, muy previsivo, había colocado en las maletas de sus carros unas cadenas
que se adaptaban a los neumáticos e impedían en lo posible el deslizamiento. Si
el carro se apagaba en medio de un pantano, no había otro recurso que buscar
una yunta de bueyes y sacarlo con tracción a sangre.
El General Juan Vicente Gómez entre muchos males, hizo algunos grandes bienes.
Uno de ellos fue la red de carreteras que comunicó a Caracas con el occidente
de Venezuela, llegando un momento en que se podía ir de Caracas a San Cristóbal
sin insalvables inconvenientes y gastando no más que tres o cuatro días.
A comienzos de los años 20 podía hacer de memoria la lista de ricos
ciudadanos que poseían automóvil. Uno de ellos era el señor Gustavo Zingg,
comerciante de origen alemán, quien solía pasar por las tranquilas calles
arrellanado en un lujoso carro de fabricación alemana. Cuando había, quizá,
apenas escasos centenares de automóviles, tuvo lugar el arrollamiento que puso
fin a la vida del doctor José Gregorio Hernández, suceso que por lo inusitado
conmovió a la nación.
Ya para 1928 había varios miles de automóviles en Venezuela y en Caracas
se nombró un funcionario encargado de vigilar el tránsito, llamado Inspector de
Vehículos. Este funcionario no tenía empleados y él mismo andaba por las calles
atento a cualquier infracción.
En Caracas se podía transitar cómodamente. Las calles estaban libres
para los automóviles y las aceras expeditas para los transeúntes. La mayoría de
los empleados que no querían utilizar los tranvías iban a pie desde sus casas
al trabajo, como el aire era puro la caminata resultaba saludable. El tránsito
era tan expedito que en el año 30 varios estudiantes hicieron la apuesta de que
podían bajar en su automóvil desde La Pastora hasta Los Caobos sin encender el
motor. Y lo más gracioso fue que la
ganaron.
Además de los automóviles Ford en su modelo llamada de Tablitas,
vinieron a Venezuela muchas otras marcas que han sido descontinuadas: el
Hudson, el Overland, el Pontiac, el Nash. También el Chevrolet, el Plymouth y
otros que aún se importan. Había un curioso modelo de carro semideportivo que
llamaban “dos-pa-cuatro” o cupé. Traía adelante puestos para dos personas y la
maleta se abría y tenía un asiento en donde cabían otras dos. A estos carros
pequeños también los llamaban “cucarachitas”,y a quienes los manejaban les
decían “cucarachones”.
Los primeros autobuses que hubo en Caracas fueron llamados “Panteras” y
hacían el largo trayecto entre la Plaza Bolívar y Sabana Grande, el pasaje
costaba una locha.
En una época Caracas tuvo un servicio de trolly-buses, es decir,
autobuses movidos electrónicamente por medio de largas barras de hierro que
iban conectadas a los alambres de corriente. Desaparecieron junto con los
tranvías a comienzos de los años 40.
Actualmente se calcula que hay en Venezuela millones de vehículos a
gasolina, muchos de ellos ensamblados en el país. El tránsito de las ciudades
se hace cada día más difícil. Se asegura que a Caracas le entran 200 carros
nuevos cada día.
Podrá llegar un momento en que los automóviles sean tantos que no se
puedan mover y sus dueños los abandonen definitivamente para ejercitar las
hasta hoy entumecidas piernas.
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