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sábado, 17 de febrero de 2018

BREVE HISTORIA DE LA MEDICINA


             
           
El arte de curar es tan viejo como las enfermedades.

       Los egipcios, los chinos, los hebreos, los hindúes y otros pueblos antiguos habían desarrollado los principios más elementales de la medicina unos 2.000 años antes de la era cristiana.
       Entre las atribuciones y aprendizaje de los sacerdotes egipcios estaba el arte de curar a los enfermos. El dios de la medicina  era de obligada adoración. Los sacerdotes egipcios practicaban la trepanación de cráneos y sabían reconstruir ciertos órganos exteriores del cuerpo humano. Como existía la costumbre de cortar la nariz a los ladrones, había cirujanos que, clandestinamente, rehacían el órgano nasal. También son célebres las momias egipcias, cuerpos humanos que han llegado a nuestros días admirablemente conservados.
       La nación antigua que más impulso dio a la medicina fue Grecia. Cuatrocientos años antes de Cristo existía en la isla de Cos una escuela para médicos que alcanzó renombre universal y de la cual salió el hombre a quien se ha llamado con razón el Padre de la Medicina: Hipócrates. Muchas enseñanzas de Hipócrates son válidas aún. Este hombre estaba lleno de sabiduría y sentido práctico y de lo que los médicos modernos denominan ojo clínico; decía que por la cara se podía sacar al enfermo y que había que compararla con la de una persona en buen estado de salud. El juramento de Hipócrates ha quedado para los médicos como un emblema del altruismo que debe presidir la práctica de su carrera. (¡Cuán lejos de Hipócrates y de su honestidad está ahora una enorme cantidad de profesionales!).
      Después de Hipócrates. el médico más notable fue Galeno, también griego, pero que ejerció la profesión en Roma. Las enseñanzas anatómicas, diagnósticas y medicinales de Galeno llenaron muchos siglos. Su descripción del cuerpo humano era el evangelio de los médicos hasta que Vesalio, doctor flamenco al servicio de Carlos I y Felipe II de España, publicó su célebre tratado de Anatomía en que echaba por tierra las enseñanzas galénicas. Se descubrió que Galeno  no había disecado  cadáveres sino monos y que su anatomía distaba de ser exacta.    
 
       El cetro de la medicina pasó a los árabes quienes dieron, al comienzo del segundo milenio después de Cristo, dos médicos sumamente notables: Avicena y Averroes. Ambos eran filósofos profundos y sus enseñanzas fueron válidas hasta muy avanzado el período histórico de la Edad Media en el que se olvidaron las enseñanzas médicas porque la profesión pasó a ser ejercida por barberos: éstos curaban extrayendo sangre a las personas por medio de sangrías y sanguijuelas. Sin embargo, del aprendizaje de los barberos surgió en el siglo XVI un médico genial, fundador de la cirugía moderna y que se llamaba Ambrosio Paré. “Yo le curo las heridas, pero Dios es el que se las sana”.
       El hombre que dio los primeros pasos hacia la medicina verdaderamente moderna se llamaba Teofrasto Bombast Hohenheim, cuyo nombre tan difícil fue cambiado por el más glorioso de Paracelso. Fue precursor en usar sustancias exclusivamente químicas para curar enfermedades, apartándose así del uso general de medicamentos vegetales. Hablaba contra los médicos en todas las universidades y se hizo por ello universalmente antipático para sus colegas.
       Un español y un inglés fueron los que descubrieron la circulación de la sangre, destruyendo la falsa creencia de que la sangre estaba constituida por humores que permanecían fijos debajo de la piel. William Harvey notable investigador inglés, descubrió en el siglo XVII la circulación mayor.
        El español Miguel Servet había descubierto un siglo antes la circulación sanguínea pulmonar. Por cierto que Miguel Servet murió víctima de las luchas religiosas, quemado en la hoguera por orden del jefe protestante suizo Calvino.
        Hasta el descubrimiento del microscopio la medicina no pudo adelantar debidamente. No se sabe con exactitud a quién agradecer tan importante invento, pero sí se conoce que un conserje municipal de Holanda fue quien lo perfeccionó asomándose por primera vez al mundo animal de lo sumamente pequeño. Antonio de Leeuwenjoek (Leuenjuc) comunicó las cosas maravillosas que observaba a la Real Sociedad Científica de Londres.
        Un cura italiano llamado Lázaro Spallanzani  fue el precursor de las nociones modernas sobre contaminación de los alimentos por microbios existentes en el aire y negación de la llamada generación espontánea.
         La gloria de fundar la medicina verdaderamente moderna cupo al químico francés Luis Pasteur, quien a los comienzos del siglo pasado realizó los descubrimientos más asombrosos. Empezó por estudiar las fermentaciones de vinos y cervezas y terminó descubriendo las vacunas contra el carbunclo y la rabia. Puso en claro la contaminación de los alimentos y demostró la imposibilidad de la generación espontánea.
         Luis Pasteur junto con su contemporáneo el fisiólogo Claude Bernard, es el verdadero padre de la medicina.

Apéndice


         El artículo anterior lo escribimos hace ya tiempo para ser transmitido por la Radio Nacional. Lo damos a la impresión hoy porque los de “Feriado” están urgidos de material rápido para salir del atasco editorial navideño. Para que todo no sea medicina insertamos unos versos del poeta del 23 de enero, Octavio Montiel.

Negra añoranza

Mi vida se desintegra
si tu ausencia me castiga,
pues tu amor es el que alegra
mi vacío y mi fatiga.

Nuestro amor, preciosa negra,
fue corazón y barriga;
(no me impusiste una suegra)
más que amante fuiste amiga.

Hoy te llamo y no respondes
¿Mi negra, donde te escondes
con pena para los dos?
Es mi grito una derrota:
¿Qué te hiciste caraota?
..¡Voy a morirme de arroz!

Diario El Nacional. Escribe que algo queda. 1986.


     

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