Nota: Me llamó Simón Díaz por teléfono con la petición de
reproducir una Reláfica que yo le redacté hace años y que gustó mucho.
Les voy a contar hoy una cosa
personal. Algo muy íntimo que me pasó en días pasados. Y se los cuento para que
ustedes vean que Simón Díaz, este servidor, a pesar de los pesares, tiene
todavía mucha entrada con el llamado sexo femenino.
Ese día llegué yo retrasado a los estudios de Radio Rumbos, pero al
entrar la secretaria me alargó un sobre de un papel muy fino, como de hilo,
azul y oloroso. Estuve trabajando como media hora sin poder abrir el sobre,
pero lo olía a cada momento. Al fin lo abrí
por arriba y me encontré con esta esquela:
“Simón,
Desde que te vi en Venezuela Erótica, aquella comedia que ustedes
presentaron en El Ateneo, comprendí que no podía seguir viviendo sin ti. Te
espero esta noche a las 7 para que cenes en mi casa. La Lagunita, avenida 3,
Quinta Beatrice”.
Leí la carta y me puse tan alegre que empecé a cantar: ¡Yo tenía una luz
que me alumbraba!
Me fui para la barbería y les dije que me hicieran de todo. Me compré
tres corbatas nuevas y me busqué un chofer y un carro grande.
A las 7 en punto trasponía yo la puerta de la quinta Beatrice y dos
porteros muy bien vestidos se inclinaron para saludarme y para que les
entregara mi abrigo. Un enano vestido de librea se encargó de guiarme y atravesamos
cuatro patios antes de llegar al recibo en donde me esperaba Beatrice. Al verme se puso de pie y me extendió los
brazos y una sonrisa.
Era como Sofía Loren de alta, pero blanca y sonrosada como Liz Taylor en
sus buenos tiempos. Sus cabellos eran negros y caían sobre sus espaldas como
una lluvia de azabache.
–Beatrice Calderón de Fustenbach –me dijo presentándose.
–Simón Díaz Márquez –le dije yo.
–¿No recuerdas, Simón, a Calderón, el
constructor, que se hizo inmensamente rico cuando Pérez Jiménez? Yo soy su
hija. Fui a Italia y me casé con el príncipe Cachicorni de Fustenbach, también
muy rico, y enviudé a los seis meses. Ahora mi única ilusión es que me hagas
tuya y dispongas, si es necesario, de todos mis bienes.
–No Beatrice. A mí no me interesan tus bienes. Me interesa solamente tu
personalidad que es maravillosa. ¿Cómo
cuánta plata te dejarían entre tu papá y el príncipe? Te lo pregunto solo por
curiosidad.
-Como 35 millones.
En eso comencé a reírme dormido y Betty, mi mujer, tuvo que despertarme.
–Alguna vagabundería estarías soñando –me dijo– que te reías con tantas
ganas.
La maestra: –Jaimito ¿cuánto es uno por
uno?
Jaimito: –Cien, maestra.
La maestra: –¿Y de dónde sacas esos ceros?
Jaimito: –50% nacional y 50%
extranjero.
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Para el Fondo Monetario Internacional,
(el cual no piensa sino en cobro-cobro); los países de América están situados
“al sur de Pago-Pago”.
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Venezuela hará valer ante la Banca Mundial su condición de país fuñí.
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Queremos decirle al señor Rodulfo González Valecillos, director de la
Oficina de Información de la Prelatura del Opus Dei, que no existe en nosotros
intención de ofender a nadie. Somos arreligiosos pero no anti-religiosos y
entre católicos y evangelistas, (aquí en Venezuela), nos quedamos con los
católicos. En España acusan al Opus Dei de algo muy grave con relación a los
fondos del Estado. En el propio Vaticano inventaron el chiste de que el Papa
Juan XXIII dijo al ser elegido: –Estoy contento porque ahora sí voy a saber qué es el Opus Dei.
Diario El Nacional. Escribe que algo queda, 20/4/1986
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