(Próximamente en este canal)
Una novela instructiva de trama sutil y fina
donde una mujer lasciva que se revuelca en el lodo, le corta a un viejo la
chiva, pero con pescuezo y todo.
La llamaban “La Percusia” en su casa y en
el bar por ser la mujer más sucia, desarreglada y lambucia que se pueda
imaginar.
Una sórdida fichera, roja de tanto
tomar que cargaba en la cartera una navaja barbera de tamaño familiar.
Mujer dura y sin honor, con destino y
sin amor pero de moral muy tierna que “fichaba” en la taberna sin escrúpulos ni
empacho, cumpliendo la labor fina de sacar mucha propina al estúpido borracho.
(Todo lo daba al cretino que actuaba
de concubino. Ya en el rancho reunidos éste pagaba en chichones, fracturas y
moretones los favores recibidos).
La trama de la novela empieza en
forma genial cuando se muere la abuela, viuda de un líder gremial y erige como
heredera a Rosita “La Fichera” con poder universal. Le dejó en el B.T.V. doce
mil acciones “C” y dólares a vapor en un Bank of New York; la quinta en La
Lagunita, tres carros de gran potencia, una fábrica en Valencia y un hotel de
mucha cita en el centro de Pagüita, más la casa con pileta, motorjón y
avioneta, tan bonita en Margarita tan bonita como un club.
Con ese dinero tanto no hubo duelo ni
llanto. En la propia funeraria del exquisito
velorio surgió con gran samplegorio la cuestión hereditaria.
A sus tíos, a sus hermanos, a cuñados
y sobrinos, Rosita llamó “marranos”, “desgraciados” y “cochinos”. Agitando su
barbera como quien mueve una tea, Rosita allí los espera para prestarles pelea.
Con un singular arrostro mata a La Mujer sin Rostro y con el mismo coraje acaba
con La Salvaje.
De un homicidio culposo, cangrejal y
horroroso, se le escapó Delia Fiallo porque estaba con Cabrujas sorbiendo en
“El Papagayo” fino champán de burbujas.
Quería matar de una vez a la funeraria
entera pero intervino Vallés y le quitó la barbera.
Ya regresamos. Ya regresamos. Ya
regresamos.
Quédense, pues les espera un final
esplendoroso: Rosita mata a su esposo y la indulta Luis Herrera.
Diario El Nacional, Escribe que algo queda.
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